Te juro que he pensado en tu voz, en cómo cambian mis días cuando te veo parpadear, sonreír. He pensado en esa manera tuya, muy tuya, de observarme sin querer hacerlo, de estar junto a mí y estar como invisible, de hablarme sólo para recordarme que aún le das vuelta a mi corazón.
Te juro que he pensado en tu piel, ese manto de seda que me gustaría usar para arroparme; he pensado en tus labios, y en ese hablar en bajo tono que tienes, como destilando complicidad.
Te juro que he pensado en cómo era antes de ti, en cómo me perdía en mi cuarto, me miraba al espejo y sentía que estaba sola.
Te juro que a veces me sigo sintiendo sola, pero ahora, sé que no lo estoy completamente, porque al verme, te veo. Y recuerdo tus letras, esas que me llenaron los vacíos que no sabía que tenía.
Te juro que te veo, aquí, en mis ojos, en mí. Y te imagino, callado, hablando. De cualquier forma, sigues sin estar.
Sólo eres la navaja que siega mis impulsos. ¿Eso es bueno? ¿Eso es amor?